PRIMER PREMIO DE MICRORRELATO por ''Resilencia''
¿Cuántos caminos debe recorrer
un hombre antes de que le llamen hombre?, se
preguntaba mientras intentaba sostener todo el peso del universo sobre su
espalda. Solo le acompañaban el
viento, el ahogado cantar de un pájaro lejano y las raíces robustas y grotescas
de los pinos, que se retorcían aferrándose a la calzada como se aferran las
ratas a la inmundicia y la porquería de las cloacas y suburbios de las
ciudades.
Tal vez,
pensó, solo tal vez, la salida más cobarde resultaba entonces la más valiente,
y qué mejor lugar para acabar con todo que aquella carretera en mitad de la
nada, donde nadie podría verle, oírle, ni siquiera juzgarle, porque parecíamos
haber llegado a un punto en el que el hombre se volvía mucho más hombre cuando
se alejaba de la humanidad. Y posiblemente se tratara de eso, de alejarse.
Alejarse para siempre.
Se escuchó
un pequeño click; luego, un gran bang. Más tarde, el llanto del pájaro
lejano.
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